Si hay una cosa que nos moleste a los padres es que nuestros hijos nos mientan y, peor que eso, que sigan haciéndolo cuando ya los hemos descubierto.
Pero, y si tanto nos molesta ese comportamiento, ¿por qué lo hacen? ¿para fastidiarnos? La respuesta es no, no lo hacen para molestarnos ni para conseguir enfadarnos.
En principio, si tu hijo no miente con frecuencia, no debes darle mayor importancia, excepto si las mentiras forman parte de su comportamiento habitual o se convierten en la forma de lograr todo lo que desean.
Normalmente, los niños mienten para evitar un castigo; para defender su inocencia cuando han cometido un error, aunque este haya sido a propósito; para llamar la atención; cuando se sienten avergonzados o incluso por imitación.
Los niños ven como los mayores, en ocasiones, mentimos para conseguir una reacción en ellos (“Si no te acabas la merienda, no podremos ir al parque”) o incluso cuando no tenemos respuesta a una de sus preguntas y, por ello, imitan las respuestas de los adultos para replicar lo que ven o lo que escuchan.
Según los expertos, los niños empiezan a mentir en torno a los 3 ó 4 años. En estas edades, los niños buscan complacer a los padres y si han hecho algo que saben que no va a gustarnos, tratan de ocultarlo o utilizan la mentira para evitar ser descubiertos. Pero lo hacen de una forma totalmente inocente, sin saber qué están haciendo realmente.
Es a partir de los 6 ó 7 años, cuando los niños empiezan a tomar conciencia de lo que realmente supone mentir y se sienten mal por hacerlo.
Las mentiras suelen están relacionadas con la imaginación de los más pequeños y no pretenden hacer daño con ellas; pero es importante enseñarles la diferencia entre la realidad y la ficción y las consecuencias negativas que tiene mentir. Se trata de que esto no se convierta en una práctica habitual que enmascare problemas más graves como puede ser la falta de autoestima, de confianza, el miedo o la inseguridad, por ejemplo.
1. Dale ejemplo y no le mientas. Como ya hemos comentado, ellos aprenden por imitación y no es lógico que les pidamos que no hagan algo que nosotros hacemos habitualmente.
2. Refuerza su autoconfianza. Muéstrale a tu hijo que puede contarte cualquier cosa y que no necesita mentir o exagerar nada para obtener la aprobación de los demás.
3. Enséñale que mentir en negativo. Hazle ver los efectos que conlleva decir una mentira y que entienda que las cosas no son negras o blancas y que, en ocasiones, una mentira puede causar mucho daño.
4. Dale la oportunidad de explicarse. Si él reconoce que mintió, premia su sinceridad y dile que ha sido muy valiente al reconocerlo, aunque siempre tendrás que imponer unas consecuencias.
5. No le rías nunca las mentiras a tu hijo. Si ellos ven que nos producen risa o nos resultan graciosas, volverán a hacerlo. No deben apreciar nunca ningún tipo de aprobación por nuestra parte ante esta conducta.
6. Evita comentar esta actitud en voz alta con otras personas delante de tu hijo. Ellos se sienten avergonzados y lo que conseguimos es reforzar negativamente su actitud y su autoestima.
Si a pesar de todo, tu hijo sigue mintiendo, no te desanimes y sigue insistiendo. Aunque resulte complicado, estarás inculcando valores en tu hijo y preparándolo para afrontar el mundo real con la mayor honestidad posible y eso es algo, que, sin duda, en el futuro, habrá merecido la pena. ¿Por qué miente mi hijo?
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