La tecnología se ha convertido en una gran aliada a la hora de comunicarse y de formarse. Aún tenemos muy reciente el papel que ha jugado durante el COVID-19, permitiéndonos estar más cerca de nuestra familia y amistades, trabajar desde casa y ayudar a nuestros hijos e hijas a seguir sus estudios.
Pero sabemos que esa misma tecnología implica una serie de riesgos que es preciso atajar. Una etapa que requiere especial atención es la adolescencia, ya que perdemos, en parte, el control sobre lo que hacen las y los jóvenes, sobre todo en el entorno virtual.
En anteriores artículos del blog ya se han señalado algunas claves para fomentar el uso responsable de la tecnología en familia. Te invitamos a revisarlos:
Hasta hace poco tiempo, era relativamente sencillo vigilar el consumo de Internet que se hacía en la adolescencia. Lo habitual era tener un ordenador en casa y el consejo más repetido era que estuviera en un lugar común e instalar filtros para controlar el acceso a determinadas páginas web.
Sin embargo, la situación ha cambiado a gran velocidad. Hoy en día, en la adolescencia es normal disponer de un dispositivo móvil con conexión a la Red, con muchas más prestaciones y potencia que la que ofrecía un ordenador personal de hace tan solo 10 años. ¿Qué podemos hacer desde la familia para evitar que se convierta en un problema?
Las y los progenitores somos inmigrantes digitales. Pero hemos aprendido a vivir y trabajar en un entorno tecnológico, y debemos preocuparnos por conocer cuáles son los recursos y aplicaciones que utiliza la juventud para comunicarse, jugar y estudiar y los riesgos que entrañan. Conocer qué contenidos consume y produce, qué aplicaciones se descarga y para qué las utiliza es la clave. Caer en la obsolescencia tecnológica no es una opción.
Existen múltiples herramientas de control parental que ayudan gestionar la actividad en el dispositivo de nuestros hijos e hijas: gestionando el tiempo de conexión, bloqueando contenido inapropiado, vigilando las redes sociales, etc. Infórmate acerca de estos servicios, son de gran ayuda. En la página Internet for kids encontrarás una interesante guía.
Hay que evaluar qué tipo de soluciones son las más adecuadas, pero recordando que tienen derecho a la intimidad. Encontrar el equilibrio entre el control y su privacidad es difícil y pasa, sobre todo, por establecer una comunicación fluida para conseguir una relación de confianza en la que no teman contarnos qué hacen en la red y con qué problemas se encuentran.
¡Es que lo necesito para hacer un trabajo de clase! ¿Cuántas veces habremos oído esto cuando les pedimos que dejen el móvil? Si es cierto, es mucho más práctico y cómodo que utilicen un ordenador, y que si es posible que veamos qué está haciendo en realidad.
Es aconsejable imponer unas normas de uso y unos límites horarios y para que realmente estas reglas sean efectivas hay que trabajar en ellas desde la infancia:
En cualquier caso, de nada sirven las normas si las personas adultas las incumplimos: cuidar la privacidad en Internet, no exponernos sin criterio en las redes sociales, actuar con un espíritu crítico en la Red, consumir contenidos apropiados y, sobre todo, desconectarnos. Son consejos válidos para toda la familia. No es coherente pedirle a un o una adolescente que lo haga si no actuamos en consecuencia.
Una última recomendación: Es importante que las y los adolescentes desarrollen un espíritu crítico acerca de lo que ven, leen y escuchan a través de Internet y el papel de la familia es clave para conseguirlo. Échale un vistazo a esta interesante la campaña “Contenidos Positivos en Línea” de Internet for Kids, destinada a fomentar el uso y producción de contenidos apropiados fiables y seguros para cada edad, que favorezcan su crecimiento personal. En la siguiente infografía se recogen algunos consejos que guían a las madres y padres en este acompañamiento.
En cualquier caso, hay que ser conscientes de que el problema no es el dispositivo, sino el uso que se hace de él. Las tecnologías de la comunicación avanzan a pasos agigantados, cada día aparecen utilidades nuevas para aprender idiomas, comunicarse, jugar o informarse. Explorar las posibilidad que ofrece y aprovecharlas es la clave.
Mónica Suárez
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