El vínculo está considerado como una expresión de la unión en la familia, con los amigos, con compañeros de un grupo, con animales y hasta objetos. Es por eso que se debe fomentar desde edades tempranas e ir desarrollándose durante toda la vida. El crear vínculos afectivos seguros y sanos permite una comunicación estrecha con los hijos, así como saber quiénes son, qué quieren, qué sienten, qué piensan; de ahí que la persona como responsable del menor podrá influir de manera respetuosa, apoyándolo en su desarrollo como persona. Dicho vínculo le dará mayor seguridad y, sobre todo, aumentará su autoestima.
Existen una serie de conductas que pueden favoreer al desarrollo de vínculos afectivos saludables, como pueden ser:
Mostrar cariño abiertamente
No se trata de invadir su intimidad, sino de un contacto directo. Los abrazos son una forma positiva de demostrar afecto y apoyo. Es importante no forzar estas situaciones, lo que realmente deben ser son acciones espontáneas que demuestren verdadero afecto.
Implicarse en sus juegos y actividades
El juego con los hijos permite compartir tiempo juntos estableciendo un diálogo apoyado en la empatía y la interpretación de los estados mentales del otro. Y por supuesto, permite pasar un buen rato en familia compartiendo emociones y sentimientos positivos que inciden de manera directa en el desarrollo afectivo-emocional y cognitivo de los hijos. Los pequeños vinculan la sensación de bienestar y diversión a la presencia de sus padres, madres y/o cuidadores.
Fomentar la comunicación padres-hijo escuchándoles sin juzgarles y compartiendo experiencias y sentimientos
Es esencial mantener siempre la comunicación, pero no solo por parte de los hijos, sino por parte de los padres también. Expresando las preocupaciones y emociones sin que estas afecten a su estado de ánimo ni a su vida, de esta forma los hijos también aprenderán a hacerlo.
Demostrarles que son queridos y aceptados.
Dedicarles tiempo
Pasar tiempo de calidad con los hijos, tiempo en el que disfruten de la compañía, del cariño, aprendizaje y desarrollo.
Intentar conocer el enfoque y perspectiva de la vida de los hijos
Es importante interesarse por su mundo y las cosas que les motivan a ser mejores, sin pasarlas por alto. Conseguir entender lo que ellos sienten, pero siempre yendo un paso más adelante para que también entiendan cómo los padres se sienten sobre ello. Esto no solo les hará entender las principales preocupaciones de los padres, sino que les ayudará a confiar en ellos.
Evitar eludir el chantaje del llanto cuando el niño se comporte caprichosamente.
Evitar las discusiones familiares delante de los hijos
Se deben evitar esas situaciones en las que las emociones se descontrolen y no aporten nada para resolver la situación, desde quejarse, querer tener la razón o no permitir que el otro se exprese, hasta gritar o insultar. Y desde luego, nunca se debe involucrar a los niños en la discusión ni utilizarlos de ninguna manera.
Evitar la sobreprotección
Confiar en los hijos, dejarlos que prueben y puedan decidir por sí mismos algunas cosas (según la edad). Hacerlos sentir que son capaces, que ellos pueden. De éste modo también ayuda a elevar su autoestima.
Evitar focalizar todo en los estudios premiando las notas o castigándole a hacer los deberes.
A continuación, se proponen una serie de actividades que pueden ser de gran ayuda para fortalecer los vínculos afectivos:
Conversaciones de valor: la primera actividad consiste en contarse lo mejor y lo peor del día, es esencial mantener siempre la comunicación. Ya no simplemente comentando lo que han hecho, sino también cómo se han sentido haciéndolo.
Realizar paseos y viajes familiares: Pasar tiempo en familia ayuda a conseguir mayor complicidad, a abrir la mente e incrementar el cariño.
Compartir actividades artísticas: Actividades como la música, el dibujo o las manualidades, son actividades que pueden ayudar a conectar de una forma diferente a las personas, además de pasar un buen rato en fa,milia.
Ayudarse en las tareas del hogar: Ayudar en casa es una forma de fortalecer el vínculo familiar. Al enseñar a los niños desde temprana edad la necesidad de repartirse pequeñas tareas por igual, los hará crecer. Colaborar en casa forma parte de una buena convivencia.
Cocinar juntos: Esta actividad es una de las más importantes y divertidas para hacer con los hijos, cocinar no es solo un deber, también es una demostración de amor. Los niños aprenderán otras formas de expresar sus sentimientos y entretenerse cocinando con la familia.
Muchas veces, por diversas situaciones, resulta difícil llevar a cabo estas medidas y actividades, pero mientras sea posible transmitir valores a los menores, se estará fomentando un vínculo saludable y correcto. Es necesario el esfuerzo por todas las partes e ir trabajando de manera conjunta.
María Martínez Hernández
Departamento de Orientación Escolar de Colegio San Cristóbal.
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