Los últimos episodios de violencia entre padres de jugadores infantiles de fútbol, que han saltado a los medios de comunicación recientemente, han reabierto un importante debate sobre la influencia que estas imágenes tienen en los niños y la necesidad de poner solución a un comportamiento, que lejos de dar ejemplo, provoca vergüenza y rechazo.
La práctica deportiva implica importantes beneficios para el menor: previene enfermedades y mejora la forma física desde edades muy tempranas; contribuye a aumentar su capacidad de concentración y organización y tiene un papel determinante en la formación de su carácter, ya que les ayuda a ser personas más sociables, a entender la importancia de la disciplina, del esfuerzo y del respeto a sus superiores (entrenadores, árbitros) y a los propios compañeros.
Es en el proceso de socialización deportiva donde las familias adquieren un papel fundamental. Estas son un modelo de conducta para sus hijos y sus compañeros, quienes aprenden por imitación, por tanto, lo que vean hacer o lo que oigan decir será lo que aprendan y hagan. Los padres deben tomar conciencia de su actitud y comportamiento y esforzarse por conseguir que este sea lo más positivo posible.
En ocasiones, el fanatismo de los padres es exagerado porque convierten en suyos los retos de sus hijos; proyectando en ellos lo que no pudieron lograr. Muchos de ellos están más interesados en el resultado de un partido que en el hecho de que su hijo realmente disfrute y se divierta practicando ese deporte, lo que se traduce en presión para el menor. Tienden a entrometerse en los partidos, cuestionando las indicaciones del entrenador y las decisiones del árbitro, generando un clima de crispación que se hace latente en la grada.
Hay niños que no disfrutan practicando el deporte, que viven las competiciones, nerviosos, pensando en que si no ganan o no logran los resultados que sus padres esperan de ellos, les decepcionarán. Incluso hay algunos que salen a la pista con el miedo de escuchar a sus padres gritarles desde la grada que no lo están haciendo bien.
Los niños necesitan sentirse cómodos y relajados para poder disfrutar. Por ello:
1. No exijas a tu hijo que sea el mejor
2. No te enfades con él cuando los resultados no sean los que esperabas.
3. Muéstrale siempre tu apoyo, comprende sus limitaciones y, sobre todo, valora su esfuerzo.
4. Motívalo para que no abandone la práctica deportiva.
5. No olvides que la tarea principal de tu hijo son los estudios. Muestra interés por ellos y felicítalo por saber combinar las dos actividades.
Ten en cuenta que los niños practican deporte por pura diversión, que su felicidad es lo primero y que el deber como padres es apoyarles pase lo que pase, ganen o pierdan.
Existe una célebre frase del historiador francés, fundador de los Juegos Olímpicos modernos, Pierre de Coubertin, que dice: “Lo más importante del deporte no es ganar, sino participar, porque lo esencial en la vida no es el éxito, sino esforzarse por conseguirlo”.
Joana Casas
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