Educación, el antídoto contra la desigualdad

Hoy, 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Una cita con el calendario que nos vuelve a llamar la atención sobre esa asignatura que todavía  tenemos pendiente en pleno siglo XXI: la igualdad de género. Por delante nos espera un gran reto al que solo podemos hacer frente con la educación.
 

¿Dónde nace la desigualdad?

Los niños y las niñas de hoy en día serán los adultos del mañana. Ahora estamos formando a una nueva generación que decidirá si convive en igualdad de oportunidades o mantiene los roles de género que dejan a las mujeres en desventaja.

La desigualdad nace de los comportamientos que la sociedad transmite a sus sucesores. Esto quiere decir que padres y profesores tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos. Lo que nosotros hagamos determinará en buena medida el camino que toman nuestros hijos y alumnos. De ahí que sea tan importante educar en igualdad.
 

¿Cómo se educa en igualdad?

En la actualidad, las mujeres tienen una escasa representación política y económica, cuentan con salarios más bajos por desempeñar un mismo empleo y continúan siendo las principales encargadas de las tareas del hogar. El primer paso para que la generación del mañana crezca en un entorno más justo e igualitario es visibilizar problemas como estos y comenzar a trabajar para solucionarlos.

Estos son algunos consejos para educar en igualdad:

1. Predica con el ejemplo

Nuestros hijos y alumnos son como esponjas que absorben todo lo que hacemos. Por eso, es fundamental que demostremos abiertamente nuestro compromiso con la igualdad. ¿Cómo? Repartiendo las tareas por igual, señalando las injusticias que afectan a las mujeres, actuando ante la discriminación, etc.

2. Enseña a pequeños y mayores

A veces, el problema es que empezamos a hablar de igualdad de género cuando nuestros hijos ya son adolescentes. Sin embargo, este comportamiento igualitario se debe transmitir desde la niñez para evitar que los más pequeños asuman los roles preestablecidos.  

3. Da libertad para elegir

¿Por qué el rosa es para las niñas y el azul para los niños? ¿Por qué ellos deberían jugar al fútbol y ellas a las cocinitas? ¿Por qué las ciencias son para los chicos y las letras para las chicas? Hay que evitar que nuestros hijos y alumnos se vean obligados a elegir un determinado camino simplemente en función de cuál sea su género. En lugar de eso, debemos hacer que se sientan libres para decidir con qué se sienten más cómodos jugando, estudiando o trabajando.

4. Comparte las responsabilidades

Si niñas y niños ayudan en las tareas del hogar indistintamente es más probable que en un futuro, cuando sean mayores, también lo hagan. Eso sí, como decíamos al principio, esto es algo que hay que predicar con el ejemplo. Papás y mamás necesitan ser los primeros en compartir las responsabilidades de la casa y del cuidado de los hijos.

5. Oponte a la discriminación

Los niños y adolescentes deben tener claro que el machismo, las burlas y los prejuicios de género no están aceptados. Ante ese tipo de comportamientos, nuestra respuesta ha de ser contundente.

6. Da visibilidad a los referentes femeninos

La historia ha tapado la voz de sus protagonistas femeninas. Sin embargo, hay grandes referentes en el mundo de la política, la economía, la literatura, la filosofía o la ciencia que deben tener presencia en los temarios. No podemos permitir que las mujeres sigan siendo invisibles. 

7. Transmite que este es un problema de todos

La desigualdad no es solo un problema para las mujeres. Esta es una lacra que afecta a todos como sociedad y así es como debe comenzar a ver el problema la generación del mañana. En este sentido, es muy importante que los hombres —padres y profesores— asuman la lucha hacia la igualdad como un deber propio. Y es que erradicar el machismo solo será posible si todos trabajamos de forma conjunta.