El enfado es una emoción básica que todo el mundo sentimos en algún momento, es una respuesta intuitiva que nos sirve para defendernos y enfrentarnos a situaciones que consideramos injustas. Estar enfadado o sentir rabia no es malo, es totalmente normal, el problema es cómo reaccionamos ante ese enfado o a través de qué comportamiento lo mostramos.
Si a los adultos cuando estamos enfadados nos cuesta encontrar palabras sensatas que expresen lo que sentimos, no es extraño pensar que en los niños es todavía más difícil, ya que ellos esperan que seamos sus padres los que les entendamos y pongamos una solución a su enojo.
El enfado es la forma que los niños tienen de decirnos que algo les pasa. Sin embargo, responder de forma agresiva a estos sentimientos no es sano. Por ello, es importante enseñar a los niños, desde pequeños, a aceptar y controlar su ira.
- Impotencia porque no consigue lo que desea. En este caso, hay que enseñarle que en la vida no siempre se puede tener todo lo que se quiere y hay que saber aceptar esa frustración.
- Inseguridad cuando el niño quiere hacer algo pero no se atreve. La falta de confianza en uno mismo o la baja autoestima pueden ser el motivo que desencadene el enfado del niño en un momento determinado.
- Dificultad para expresar los sentimientos. Es muy importante hablar con nuestro hijo, demostrarle que puede contar con nosotros y hablar de cualquier cosa que le preocupe. Muchos niños son capaces de sentir muchas emociones pero no son capaces de transmitirlas o hablar de lo que sienten.
- Aburrimiento. Los niños están acostumbrados a que los adultos satisfagamos sus necesidades. En este sentido, piensan que debemos hacer lo mismo cuando están aburridos y, si no lo conseguimos, se enfadan.
- Cansancio: especialmente en los más pequeños, si el niño no ha descansado lo suficiente o, por el motivo que sea, se ha visto interrumpida su rutina, puede mostrarse más irascible. En este sentido, una rutina y unos hábitos saludables es la base de una buena calidad de vida.
1. Ayúdale a reconocer su enfado. A veces, el niño puede tener este sentimiento y no saber qué le pasa. Dile cosas como ‘Sé que estás enfadado’, ‘Sé que te sientes mal’, ‘Cuéntame cómo te sientes’.
2. Enséñale a mostrar empatía, a ponerse en el lugar de la otra persona cuando se enfada con ella. Puedes decirle, por ejemplo, ‘¿Te gustaría que te hablasen a ti de esa manera? o ‘¿cómo te sentirías si fulanito te hubiese tratado así a ti?
3. Ayúdale a salir de ese sentimiento. Una vez haya reconocido que está enfadado, ayúdale a pensar, a recapacitar y seguir algunas técnicas para abandonar ese sentimiento.
4. Espera a que se calme para hablar con él. No servirá de nada reprenderle en el momento en que está enfadado o hacerlo delante de la gente. Es mejor esperar el momento y, en privado, hablar con él.
5. Pon consecuencias a sus actos. Los niños necesitan saber que sus conductas negativas tienen consecuencias. Muéstrate impasible y mantén la autoridad en este sentido.
6. Intenta mantener la calma. Los adultos somos el espejo en el que se miran los niños. Al permanecer tranquilo le estarás dando ejemplo e indicándole el tipo de comportamiento que quieres ver en él.
Joana Casas
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