¡Qué levante la mano quién tenga recuerdos de su infancia jugando alrededor de una mesa con sus padres, sus abuelos, hermanos, primos…! Creo que todos hemos compartido, en algún momento, el tablero de un parchís, una baraja de cartas o un dominó, por ejemplo, con nuestros familiares. Y eso, se queda grabado en la memoria.
Jugar es fundamental para el desarrollo de un niño. A todos nos gusta jugar y nadie es lo suficientemente mayor como para no disfrutar de un momento así. Jugar hace a los niños libres, les hace sentirse ellos mismos, lejos de las presiones del día a día y de los estudios y, en el caso de los mayores, deberíamos practicarlo más, puesto que es una forma de liberarnos del estrés y los agobios provocados por la rutina y el trabajo.
Debemos enseñar a nuestros hijos que la diversión está más allá del ordenador, la tablet o el móvil y que jugar en familia o al aire libre, conlleva enormes beneficios para su desarrollo:
- Permite disfrutar y divertirse en familia, pasar un tiempo muy valioso con los padres y hermanos, reforzando, así, el vínculo familiar.
- Respeto y disciplina. Enseñan al niño a respetar y cumplir las normas del juego, a tener paciencia, esperar su turno; cualidades que después se trasladan a la vida diaria.
- Fomenta la creatividad. Jugar favorece su imaginación y su capacidad de razonar.
- Enseña cooperación y a resolver problemas, al mismo tiempo que aumenta su tolerancia a la frustración sabiendo ganar y aceptando derrotas.
- Fomenta la interacción y las relaciones sociales. Los niños aprenden a ser más comunicativos, a relacionarse con otras personas y ser más tolerantes.
- Promueve la felicidad infantil: hay estudios que demuestran que los padres que juegan más con sus hijos y se involucran en su diversión, crían niños más felices.
En el mercado, hay infinidad de alternativas que se ajustan a los gustos y necesidades de cada niño. Desde los más tradicionales a los más innovadores y tecnológicos, lo importante es que los más pequeños aprendan y disfruten jugando.
1. Parchís o la oca: son juegos tradicionales de azar y suerte. Son una buena alternativa para que el niño aprenda a contar y refuerce sus habilidades matemáticas; al mismo tiempo que refuerza valores tan importantes como el respeto, la tolerancia y disfrutar del juego sin importarle el resultado.
2. Jenga: es uno de los juegos de habilidad más recomendados para niños. No hay limite de participantes y consiste en formar una torre utilizando unos bloques de madera. Cada jugador tendrá que ir retirando un bloque del nivel que quiera y colocarlo encima para formar nuevos niveles. Todo ello usando solo dos dedos y procurando que la torre no se caiga. Con este juego, los niños refuerzan su concentración, paciencia y capacidad de estrategia.
3. Monopoly Junior: este juego de estrategia favorece de agilidad mental y la astucia. Con fichas y tablero adaptado a los más pequeños, este juego permite a los niños ganar dinero de forma divertida, aprendiendo a comprar y vender propiedades, reforzando así su capacidad de lectura y cálculo.
4. Pictionary: un juego donde el dibujo es la única forma de comunicación permitida y donde solo hay unos segundos para dibujar un concepto y que tu compañero de equipo lo adivine. Los niños aprenden vocabulario y trabajan la imaginación, al tiempo que estimulan y fomentan su creatividad.
5. Dibuja tu árbol familiar: también podemos crear junto a nuestros hijos nuestros propios juegos usando materiales reciclados en casa y nuestra propia imaginación. Por ejemplo, para este juego solo necesitamos un papel y lápices de colores. Se trata de dibujar un gran árbol lo más bonito posible e ir poniendo en cada una de sus ramas el nombre de los familiares. También se puede hacer con fotografías o incluso que los niños dibujen a cada uno de los miembros de la familia en el lugar del árbol que corresponda.
Joanna Casas
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