Robots, muñecos interactivos o incluso drones son ejemplos de los juguetes electrónicos conectados que Papá Noel o los Reyes Magos han dejado en nuestras casas estas Navidades. Es decir, aquellos que pueden conectarse a Internet y no, no estamos hablando de otros dispositivos electrónicos como tabletas, teléfonos móviles o consolas de videojuegos de los que ya hemos hablado en este blog en anteriores ocasiones aunque pueden interactuar con ellos e intercambiar datos (fotografías, videos, archivos de audio…).
Estos datos los recogen, por ejemplo, a través de sensores de movimiento que activan la cámara de vídeo que llevan incorporada y graban imágenes; grabaciones de audio ante preguntas que el juguete electrónico conectado plantea a nuestra hija o hijo que son enviadas a través de nuestra conexión wifi a la aplicación que tenemos en nuestro dispositivo móvil… Evidentemente se están recogiendo datos personales y supone cierto peligro la exposición de esa información que puede producirse a través de la aplicación.
Hemos citado uno de los riesgos negativos y, por supuesto, debemos comprobar la seguridad que proporcionan (la Organización de Consumidores y Usuarios —OCU— analiza sus riesgos desde hace ya varios años). Pero, en esta ocasión, preferimos abordar las ventajas de estos juguetes electrónicos conectados que participan de la conocida como “Internet de las cosas” (IoT por sus siglas en inglés). Veámoslo con algunos ejemplos:
Si contamos con un robot o una construcción que incluya sensores medioambientales y, gracias a ellos, recojamos datos de contaminación del lugar en el que vivimos. Estaremos contribuyendo a incrementar su competencia digital, seguro, pero también su inteligencia naturalista-ecológica y facilitando una mayor conciencia medioambiental.
En caso de que lo que tengamos sea un muñeco que interacciona a través de la voz, seguro que estaremos realizando aportaciones a su inteligencia lingüístico-verbal. Pueden convertirse, sin duda, en herramientas de apoyo a la adquisición del lenguaje o, incluso, al aprendizaje de lenguas extranjeras.
Cuando poseemos un pequeño dron que nos permite capturar imágenes desde diferentes ángulos y perspectivas estaremos, entonces, apoyando su inteligencia visual-espacial y, al mismo tiempo, su desarrollo psicomotriz: se necesita una buena coordinación para manejar adecuadamente estos “juguetes” electrónicos.
Tengamos en cuenta que, cualquiera de ellos, al permitir la conexión y el intercambio de información y comunicaciones es susceptible de favorecer su inteligencia interpersonal. Pero, si abordamos su uso seguro y responsable conjuntamente con nuestro hijo o hija, facilitaremos su educación en valores en torno a la cooperación y la solidaridad.
En conclusión, los juguetes electrónicos conectados o “smart toys” han llegado para quedarse. Son parte de las opciones de ocio (educativo) que formarán parte de nuestras casas con menores que han nacido y se desarrollan en el siglo XXI. Es decir, en una sociedad en la que la tecnología es una parte importantísima de las formas de interrelacionarse, de acceder al conocimiento y de desarrollarse profesionalmente.
Así que como responsables de nuestras niñas y niños debemos preocuparnos por sus riesgos pero no obsesionarnos. Os recomendamos consultar la Guía para el uso de seguro de juguetes conectados (desarrollada por is4k —Internet Segura for Kids—, el INCIBE —Instituto Nacional de Ciberseguridad y la Asociación Española de Fabricantes de juguetes). Pero… no nos dejemos cegar solo por los peligros y tengamos en cuenta sus ventajas o los beneficios que pueden aportar a su desarrollo. En definitiva, aprovechemos sus ventajas con información y, por supuesto, seguridad.
Yolanda Lorenzo @Yoloren
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