Que levante la mano quién no ha estado sentado tranquilamente en el sofá mientras los niños juegan y de repente, “Oh, oh, ¡el niño está muy callado! ¿Qué estará tramando?”
Sí, estamos hablando de las travesuras. La mayoría de las veces, los bebés las realizan de forma inconsciente. No las hacen con afán de hacer mal sino con el de descubrir el entorno y experimentar cosas nuevas.
A partir del primer año de vida que es cuando el niño comienza a andar o gatear, es cuando comienza su necesidad de explorar todo lo que le rodea. Comienza a deambular por la casa, abriendo cajones y puertas, intentando alcanzar todo lo que está fuera de su alcance o mostrar interés por todo lo que es peligroso para él.
Todo les resulta interesante y solo piensan “¿Qué pasará si toco esto? o ¿qué sucederá si cojo esto otro? Su curiosidad no les permite medir las consecuencias de sus actos.
En otras ocasiones, sobre todo cuando los niños son un poquito más mayores, las travesuras se realizan de forma consciente e incluso premeditadas, es decir, los niños ya las han hecho en otras ocasiones y saben cuáles son las consecuencias.
Quizás, las travesuras que realizan los niños, en más de una ocasión, consigan poner al límite nuestra paciencia, pero debemos entender que forman parte de su desarrollo y que están fomentando la audacia y valentía del pequeño.
No se trata de reírles las gracias en todo lo que hacen. Debemos hacerles entender, por ejemplo, que hay acciones que pueden ponerles en peligro, establecer ciertos límites y que ellos entiendan que existen niveles que no se pueden sobrepasar.
Gran parte de las veces, lo hacen simplemente porque quieren llamar la atención. Por ejemplo, cuando llevan mucho tiempo sin ver a sus padres o no les prestamos la atención que ellos quieren, pueden recurrir a trastadas como por ejemplo esconder aquellos objetivos que más necesitamos los adultos, bien sea el móvil, las llaves del coche, etc.
Otra razón es el aburrimiento. Los niños no tienen nada que hacer, se aburren y buscan cualquier cosa a su alcance para entretenerse. En este sentido, es muy importante que los niños tengan actividad durante el día. Las clases extraescolares y el juego al aire libre con otros niños, son una buena alternativa.
En otras ocasiones, realizan travesuras como medio para indicarnos que están enfadados, ya sea porque no les hemos dado lo que pedían, no les hemos comprado lo que deseaban o simplemente y, como hemos dicho anteriormente, no les estamos prestando la atención que ellos precisan.
Pero también es cierto, que, en muchos casos, estas travesuras no tienen un motivo; simplemente las realizan por curiosidad, por la necesidad de conocer y experimentar. Puede decirse que es algo innato en todos los niños, todos sienten el deseo y la necesidad de hacer este tipo de cosas que, en ocasiones, nos harán gracia y nos provocarán la risa y, en otras, conseguirán sacarnos de nuestras casillas.
Como conclusión es que no podemos reñirles por todo aquello que ellos hacen de forma espontánea ni obligarles a comportarse como adultos. Son niños y no podemos privarles de esa necesidad de experimentar y aprender.
Permítele disfrutar de la infancia y de todo lo que esta le ofrece, buscando, eso sí, los momentos y lugares adecuado para ello y estando a su lado siempre para enseñarle y ayudarle.
Joana Casas
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