Cuántas veces has oído eso de: “Mamá, papá ¿podemos tener una mascota?” Es normal que, a partir de una determinada edad, los más pequeños quieran, por ejemplo, un perrito o un gatito, como compañero de juegos.
Esta es una decisión que no se puede tomar a la ligera, sino que hay que tomarla de manera responsable, haciéndoles entender a nuestros hijos que una mascota es un ser vivo, no un juguete, y que como tal, necesitará unos cuidados y atenciones.
Hay numerosos estudios que avalan que los niños crecen más tranquilos y seguros de sí mismos cuando lo hace en compañía de un animal, ya que estos influyen positivamente en el desarrollo emocional de los más pequeños.
Cuando los niños son muy pequeños, son incapaces de diferenciar a la mascota de uno de sus juguetes. Es a partir de los cuatro años, cuando pueden empezar a responsabilizarse de algunas tareas relacionadas con el cuidado de su mascota, como por ejemplo, darle de comer o asegurarse que tiene agua y la casita limpia.
Pero será a partir de los seis o siete años cuando el niño sea capaz de aceptar tareas de mayor responsabilidad como pasearlos, bañarlos o jugar con ellos.
Los padres deben aceptar el compromiso de tener un nuevo miembro en la familia ya que saben que, en el fondo, los responsables del bienestar de la mascota son ellos. Si se acepta este compromiso y se involucra a los niños en su cuidado, se les estará inculcando unos valores fundamentales: la importancia del amor y el respeto por los animales.
1. Responsabilidad: al involucrar al niño en el cuidado de la mascota se le está transmitiendo que hay un ser vivo que depende de él y adquirirá unos valores de aprendizaje y responsabilidad que reforzarán su autoestima y autoconfianza.
2. Bienestar emocional: los animales son una fuente de afecto y compañía, además de un gran apoyo para hacer frente a la soledad. Los niños que crean vínculos afectivos con un animal, son más abiertos a la hora de relacionarse con las personas.
3. Estimula la imaginación y fomenta el control: jugar con animales estimula la creatividad y curiosidad de los pequeños, al tiempo que les ayuda a mejorar sus habilidades sociales con otros niños y a controlar sus impulsos.
4. Transmiten valores: los animales son capaces de transmitir a los más pequeños valores como el amor incondicional, la fidelidad o el respeto, entre otros. Valores que hacen que los niños se sientan importantes y mejoran su autoestima.
5. Menos enfermedades respiratorias: hay estudios que avalan que los niños que crecen con mascotas tienen menos riesgo de padecer alergias y asma, ya que al estar expuestos desde el nacimiento al pelo de los animales, desarrollan una respuesta inmune que les protege frente a estos patógenos.
6. Refuerzan la actividad física: las mascotas necesitan salir a la calle a pasear y jugar. Si el niño sabe que debe acompañarla y jugar con ella, estará fomentando el ejercicio físico del pequeño.
7. Ayuda terapéutica: en el caso de niños con hiperactividad o autismo, la compañía de una mascota puede ayudarles a estar más tranquilos y relacionarse con otros niños.
Si decides tener una mascota en casa (recuerda que siempre es mejor adoptar que comprar) debes saber que puedes tener en ella, al mejor aliado para la educación de tus hijos. Una mascota bien cuidada es un miembro más de la familia y un aporte de beneficios físicos, psíquicos y sociales para los más pequeños.
Joanna Casas
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