Todos sabemos qué son los abrazos y el poder que tienen de ‘salvarnos’ en determinados momentos. Los abrazos son una muestra de amor, de cariño, de complicidad, es la forma no verbal de decir ‘tranquilo, estoy aquí contigo’.
Puede que el abrazo no tenga la capacidad para alejar el problema que nos angustia en un determinado momento o de calmar el dolor físico que podamos sentir por cualquier motivo, pero su magia es capaz de aliviar el sufrimiento y alejar el miedo para hacernos sentir más fuertes y seguros.
Al igual que a los adultos, a los niños les sucede exactamente lo mismo. Cuando tienen, por ejemplo, una rabieta, un abrazo de sus padres le ayuda a contener la tensión, le demuestra que no está solo, que puede expresas sus sentimientos y que sus padres están ahí para ayudarle.
No hay día, hora ni motivo concreto para abrazar a nuestros hijos. Cualquier momento es adecuado para hacerlo: cuándo se levantan, antes de irse y al regreso de la guardería o del colegio, cuándo se ponen tristes porque se han peleado o cuando están alegres porque algo les ha salido bien.
Todos somos conscientes de lo necesario que es abrazar, pero ¿sabemos realmente cuáles son los beneficios que un abrazo tiene en los niños?
1. Les transmite seguridad y sensación de protección. Un niño que se ve rodeado por los brazos de su padre o de su madre, se siente seguro.
2. Aumenta su autoestima. El abrazo transmite afecto, apoyo y hace que aumente la confianza en sí mismo. Esto favorece la autoestima del niño y la percepción que tiene de sí mismo y sobre cómo le ven los demás.
3. Tiene un efecto tranquilizador. Un niño enfadado o angustiado trata de encontrar en papá o en mamá la solución a su problema. Quizás nosotros, como padres, no siempre tengamos esa solución, pero un abrazo les ayudará a sentirse comprendidos y acompañados.
4. Son una fuente de energía positiva, y les da la fuerza y el ánimo necesario para afrontar el día o el reto que tienen por delante.
5. El Alivia el dolor contacto físico es capaz de calmar las dolencias menores. Hay estudios científicos que afirman que los abrazos liberan endorfinas que provienen del cerebro y consiguen mitigar el dolor y generar una sensación de bienestar.
6. Fomenta el vínculo familiar. Los abrazos constantes y sinceros son la muestra del amor más profundo y crean un sentimiento de unidad y de felicidad por pertenecer a ese núcleo familiar.
7. Ayudan a conciliar el sueño. Hay niños a los que les cuesta conciliar el sueño o las pesadillas les hacen despertarse asustados en mitad de la noche. En ese momento, no hay nada como un abrazo para ayudarle a tranquilizarse y volver a caer rendido en los brazos de Morfeo.
8. Hacen niños más felices. Como hemos comentado anteriormente, los abrazos activan las endorfinas, responsables de aumentar la sensación de alegría y disminuir la de tristeza o ansiedad.
Abrazar puede ser considerado una terapia. Los niños, desde que nacen, necesitan sentirse arropados, necesitan el contacto con sus padres, especialmente con la mamá, y esto se evidencia en los numerosos beneficios reconocidos que aporta el contacto piel con piel desde el minuto uno de su nacimiento.
Abrazar es el lenguaje del alma, es hablar con el corazón. Así que, abrázale, y deja que te abrace, mucho.
Joana Casas
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