Las funciones ejecutivas están presentes en cada acción, proceso de aprendizaje y conducta que realizamos. El desequilibrio o dificultad en alguna de ellas puede afectar al desarrollo académico y/o personal de nuestros hijos, por eso es importante conocerlas y potenciarlas.
Se pueden definir como procesos cognitivos de alto nivel que nos ayudan a asociar ideas, acciones… para llevar a cabo tareas más complejas. Nos ayudan a tener una capacidad conductual más flexible y dirigida a las metas que queremos conseguir. Las funciones ejecutivas tienen su máximo desarrollo entre los 12 y 18 años de edad, donde su funcionamiento se equipara al de una persona adulta, durante los primeros 5 años de vida son funcionalmente indispensables, estando las funciones complejas adquiridas entre los 6-7 años, aunque, como ya hemos comentado, deben seguir desarrollándose.
Diversos estudios han demostrado que los bebés, a partir de los 6 meses de vida, ya pueden recordar (aunque de forma frágil), representaciones simples, a los 8 meses de edad son capaces de mantener información on-line que no se encuentre a la vista, al año de vida pueden ‘suprimir respuestas dominantes’ de manera leve. Uno de los tres mecanismos de control inhibitorio, el control de impulsos, inicia su desarrollo en pleno alrededor de los 4 años de edad. Su principal capacidad es la habilidad temporal de organizar el comportamiento, el lenguaje y el razonamiento. Necesitamos estos tres aspectos para poder resolver problemas tanto internos (relacionado con lo afectivo, cognitivo y emotivo) como externos (resultados de la interacción con el ambiente).
Una lista más extensa de las funciones ejecutivas podría incluir: Atención, gestión del tiempo, iniciativa, memoria, inhibición. auto- monitorización, flexibilidad, control emocional, relevancia, resolución de problemas, planificación, establecimiento de objetivos, organización y activación cognitiva, entre otros. Estas acciones necesitan un tiempo para establecerse y desarrollarse, de ahí radica la importancia de ir trabajándolas y potenciándolas a lo largo de los años, requieren que los resultados aparezcan de forma gradual, siempre y cuando se efectúe una intervención adecuada y efectiva.
Actividades para estimular las diferentes funciones ejecutivas:
- Actividades para estimular la atención:
- Atención selectiva: Actividades para estimular las funciones ejecutivas en las que se debe encontrar un estímulo diana que se encuentra entre otros que pueden ser distractores.
- Encontrar una letra, número, dibujo dentro de un conjunto. Por ejemplo, buscar todas las E.
- Buscar todos los que pertenezcan a una misma categoría
- Buscar los contrarios al modelo.
- Juegos de parejas, …
- Atención alternante: actividades para estimular las funciones ejecutivas en las que se requiere cambiar el foco de atención de un estímulo a otro de manera continuada.
- Seguir trayectorias siguiendo determinada secuencia.
- Completar códigos
- Tachado alternante
- Atención dividida o atención dual: actividades para estimular las funciones ejecutivas en las que se requiere prestar atención a dos tareas o estímulos distintos de forma simultánea. Es uno de los tipos de atención más exigente.
- Copiar un dibujo a la vez que cuenta en voz alta de 100 a 1
- Realizar operaciones sencillas mientras responde en voz alta a preguntas
- Copiar un texto mientras recita las tablas
- Estímulos auditivos: actividades para estimular las funciones ejecutivas que normalmente son tareas de atención selectiva.
- Levanta la mano cada vez que se pronuncia una palabra que contenga la letra que digamos.
- Se pueden complicar añadiendo condiciones, por ejemplo: hacer una señal cuando la cifra que se dice contiene un 3 y un 0 o no contiene un 2 y un 6
- Actividades motrices: Cuando se diga rojo dará una palmada, cuando se diga azul dará un golpe.
- Actividades de planificación y anticipación
- Laberintos: requieren establecer un plan: localizar la salida, anticiparse a las calles sin salida y buscar alternativas hasta encontrar la salida.
- Actividades para estimular la memoria de trabajo
- Memoria de trabajo auditiva:
- Repetir palabras o números
- Repetir en orden inverso
- Repetir según un orden establecido, por ejemplo, primero pares y luego impares o primero frutas y luego animales.
- Memoria de trabajo visual:
- Recordar imágenes previamente mostradas
- Recordarlas en determinado orden
- Reproducir distribuciones previamente observadas durante por ejemplo 45 segundos
- Una tarea más exigente sería mostrar círculos de diferentes colores con distintos números escritos y luego recordar los números que había y el color que tenía el círculo
- Otras tareas de Memoria de trabajo: Reproducir gestos, reproducir series, Simon (auditivo y visual), juegos de parejas.
- Actividades de flexibilidad e inhibición
- Lectura de dibujos: en una lámina con dibujos se le pide que los nombre y que cambie la denominación de alguno de ellos
- Fluidez de diseños: realizar todos los dibujos posibles en un tiempo limitado usando, por ejemplo, tres líneas rectas
- Escritura alternante: dictarle palabras que deberá escribir alternando una letra en minúscula y otra en mayúscula
- Actividades Go-No-Go, o hacer-no-hacer: estimulan especialmente la inhibición. Se pueden hacer tanto verbales como motrices: por ejemplo, cuando diga luna el niño dirá sol y a la inversa, el resto de palabras las repetirá igual
- Actividades de velocidad de procesamiento: Lectura de dibujos, de colores, controlando el tiempo invertido, responder a preguntas, decir lo contrario de lo que se nombra, tareas de cálculo mental, …
Todas estas actividades para estimular las funciones ejecutivas en casa nos pueden ayudar a seguir desarrollando estas funciones ejecutivas y potenciarlas al máximo.
María Martínez Hernández
Departamento de Orientación Escolar de Colegio San Cristóbal.