Por María Martínez, psicóloga del departamento de orientación de los Centros Educativos San Cristóbal.
La Teoría del Apego, desarrollada por el psiquiatra británico John Bowlby en la década de 1960, explica el vínculo emocional profundo que se establece entre dos personas. Este lazo se caracteriza por la búsqueda de cercanía, la protección y la sensación de seguridad al estar en presencia de la figura de apego. Dicho vínculo impacta significativamente en el desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños.
El apego seguro se considera el modelo ideal. En este tipo de vínculo, el niño o la niña se siente protegido y confiado: sabe que puede contar con sus cuidadores cuando los necesita y recibe amor y cuidado de manera consistente. Este tipo de apego fomenta la independencia, la autoestima y la capacidad de establecer relaciones saludables en el futuro. Además, los niños con apego seguro exploran su entorno con confianza, al contar con una base estable a la que pueden regresar.
Este tipo de apego aparece cuando el niño o la niña no tiene la certeza de que puede contar con sus cuidadores. A veces recibe atención y cuidado, pero en otras ocasiones se topa con indiferencia o rechazo. Esta inconsistencia provoca ansiedad y una necesidad constante de buscar aprobación. Los niños con apego ansioso-ambivalente pueden mostrar comportamientos dependientes y temer el abandono, lo que puede repercutir en sus futuras relaciones.
En el apego evitativo, el menor aprende que no siempre obtendrá cariño o atención cuando lo necesita. Por ello, prefiere evitar mostrar sus emociones o pedir ayuda, temiendo ser rechazado o ignorado. Esta situación puede llevar a que el niño desarrolle una apariencia de independencia extrema, pero en realidad tenga dificultades para manejar sus emociones y formar conexiones profundas con los demás.
Se da cuando el niño o la niña recibe un trato muy inconsistente o caótico, a menudo relacionado con negligencia o maltrato. Este tipo de apego es el más complejo, pues el menor no sabe qué esperar de sus cuidadores. Puede sentirse asustado y confundido, dificultando el desarrollo de confianza y regulación emocional. Con el tiempo, esto podría derivar en problemas de comportamiento y dificultades en sus relaciones personales.
Sin duda, el apego seguro es el tipo de vínculo ideal para establecer con vuestros hijos. Les aporta una base sólida de seguridad y confianza, refuerza su autoestima, promueve su autonomía progresiva y les ayuda a cultivar relaciones saludables en el futuro. Además, los niños con apego seguro suelen tener una mayor capacidad para afrontar el estrés y adaptarse a los desafíos de la vida.
No obstante, desarrollar un apego seguro no implica ser un padre o madre perfecto. Se trata, más bien, de estar presente de forma constante, sensible y cariñosa, y de responder adecuadamente a las necesidades de los hijos. También implica ayudarles a entender sus emociones y brindarles un entorno estable y predecible.
A continuación, se presentan algunas estrategias que pueden ayudar a construir y fortalecer un apego seguro con tus hijos:
El apego seguro es un regalo que puedes ofrecer a tus hijos. Este vínculo no solo les brinda confianza y seguridad en el presente, sino que también les permite enfrentar los retos futuros con resiliencia. Recuerda que no se trata de la perfección, sino de ser un padre o madre presente, cariñoso y empático ante las necesidades de tus hijos.
Construir un apego seguro requiere tiempo y esfuerzo, pero los beneficios para su desarrollo emocional, social y psicológico hacen que valga la pena cada paso del proceso. Al fomentar un entorno de amor y estabilidad, estarás sentando las bases para un futuro lleno de relaciones sanas y una autoestima fuerte.
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