Para los padres, sobre todo para los primerizos, no es fácil aceptar el rol muchas veces secundario que tienen que ejercer con la llegada de un hijo, sobre todo cuando la madre opta por ofrecer al recién nacido lactancia materna. Para muchos, llevada la comparación al terreno futbolístico, es como ser el suplente de Messi. Madre y bebé pasan horas y horas juntos, y al padre apenas le quedan algunos minutos de descuento.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna de forma exclusiva hasta los seis meses de edad y luego, complementada con alimentos adecuados e inocuos desde el punto de vista nutricional, hasta que madre e hijo deseen, siendo lo ideal el mantenimiento hasta al menos los dos años. Esta base, el hecho de tratarse de una recomendación de salud, ya debería ser suficiente para que los padres acepten un rol secundario al que socialmente no están acostumbrados. Muchas veces, sin embargo, al sentirse desplazados, incluso celosos del vínculo madre-hijo, los padres utilizan esa excusa para desatender las muchas labores que sí pueden hacer con sus hijos y por sus hijos y su mujer, lo que acaba afectando al vínculo que tienen con éstos y haciéndoles entrar en un círculo vicioso de difícil salida: me siento desplazado y, al sentirme así, me autoexcluyo aún más.
Para evitar esto, los expertos recuerdan que un bebé necesita cuidados durante las 24 horas del día, cuidados que van mucho más allá de la lactancia materna y en los que los padres se pueden implicar. En este post hemos recopilado tres funciones fundamentales que los padres pueden realizar para apoyar la lactancia de las madres y sentirse útiles en los primeros meses de vida de sus bebés.
1. Facilita el establecimiento de la lactancia: Tras el nacimiento, el establecimiento de la lactancia es un momento delicado. Muchas lactancias se pierden en esas primeras horas y días. Un padre puede contribuir al éxito de ese establecimiento permitiendo a la madre disfrutar de las circunstancias idóneas para él. ¿Cómo? Garantizando un clima de tranquilidad, apoyándola en sus dudas y haciéndole saber que puede; y controlando las visitas de amigos y familiares que suceden a todo nacimiento. También asumiendo un mayor porcentaje del reparto de tareas domésticas y encargándose de todas las tareas burocráticas que también van asociadas a la llegada de un hijo (bajas, visita al Registro Civil, alta en el centro de salud…). El objetivo es que la madre pueda dedicarse en exclusiva a su bebé y recuperarse lo mejor posible del parto.
2. Hay muchas cosas por hacer: Como decíamos antes, los cuidados del bebé van mucho más allá de la lactancia materna; y el cuidado de la madre y las labores domésticas que surgen durante 24 horas dan para mucho. Bañar, cambiar pañales, vestir, portear, acunar al bebé mientras la madre duerme… hay cientos de atenciones cada día que un padre puede hacer por su hijo (y por su pareja) y a través de los cuales puede ir ocupando un espacio importante y estableciendo un precioso vínculo con el recién nacido.
3. Infórmate y apoya a tu pareja en su decisión: La lactancia materna no es un camino fácil. No lo es en sí mismo, pero tampoco por los comentarios y mitos de terceros a los que se ven expuestas las madres. Según un estudio realizado en el Reino Unido, el éxito de la lactancia materna depende en mayor medida de la ayuda y el apoyo de la pareja que del soporte que la madre pueda recibir en los grupos de apoyo o de los sanitarios. Así que nada como estar bien informado y apoyar a tu pareja en su decisión, sobre todo en los momentos más duros y delicados, que los habrá. Como suele decir la experta en lactancia materna Alba Padró, el padre puede ser como un paraguas, capaz de parar las críticas y de transmitir confianza a su pareja.
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