Cuentan nuestros abuelos que de niños iban a la escuela para “enseñarse cuentas, a leer y a escribir”. La instrucción de su tiempo se caracterizaba por un enfoque academicista que priorizaba la adquisición de los conocimientos matemáticos y lingüísticos, posiblemente por su carácter instrumental. La matemática es la clave para adentrarse en la ciencia y la lectoescritura es el código para acceder a la literatura o la historia. Educar era sinónimo de alfabetizar. Sin más.
Poco a poco, el currículum escolar fue añadiendo otros saberes como la música, la educación física, nuevos idiomas y, recientemente, las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Centros educativos como el colegio San Cristobal lo han enriquecido más incluso incorporando la educación emocional y en valores. Hoy, el propósito final ya no es el de formar solo buenos estudiantes sino ofrecer una educación integral. Como dice su lema, el propósito es hacer personas.
Hasta aquí el qué. Pero, ¿y el cómo? ¿De qué manera conseguirlo? Cambiando el eje del proceso enseñanza-aprendizaje, desplazándolo desde la posición tradicional donde el profesor era el epicentro hasta una nueva en la que el foco se fija sobre el alumno. Él es el protagonista de su aprendizaje. Como quiera que no hay dos alumnos iguales, hemos de prestar atención a las diversas formas de aprender, condicionadas por su genética y entorno.
La teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner aplicada a la educación es una vía para atender a esta diversidad de personalidades, capacidades e intereses. El investigador define la inteligencia como "la capacidad de resolver problemas o de crear productos que sean valiosos en una o más culturas”, la cual no es inamovible y puede ser moldeada por medio de la estimulación. Gardner define ocho inteligencias: lógico-matemática, verbal-lingüística, corporal-kinestésica, musical, naturalista-ecológica, espacial, interpersonal e intrapersonal.
No se trata de etiquetar al alumno encajonándolo en una de ellas porque todas están interconectadas. Todas son útiles y necesarias dado que el aprendizaje no es lineal ni fragmentado sino global y en red, con la pretensión de dotar al joven de hoy de las habilidades para desenvolverse con éxito en su vida adulta en contextos cambiantes propios de estos tiempos líquidos. La propuesta del colegio San Cristóbal es ofrecer actividades interdisciplinares que requieren la activación combinada de distintas inteligencias. proyectos, talleres o investigaciones conectadas a la vida real son algunos ejemplos que mostraremos en este blog que nace con la aspiración de ser un lugar de reflexión y encuentro.
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