Antes de tratar el tema que nos ocupa, el uso de los móviles por menores y adolescentes, debemos tener claro que «el instrumento más valioso con el contamos (…) es la educación (…)» tal como ya se expuso en el artículo ¿Debemos controlar la actividad de menores y adolescentes en Internet?. Es, a partir de una adecuada conciencia educativa de las familias, desde donde se pueden resolver las dudas más frecuentes en torno al uso de estos dispositivos que se abordan a continuación.
Si acudimos a los datos oficiales, los del INE, vemos que una cuarta parte de menores con 10 años ya tienen teléfono móvil; con 11 años, la mitad; 7 de cada 10, a los 12; el 86 %, con 13 y, con 14 años, el 90 %. Entonces… si la mayoría tiene su móvil sobre los 12 años, podríamos pensar que a esa edad adecuada podría tenerlo, así evitaríamos, además, que le consideraran un “bicho raro”, ¿no?
La respuesta no es tan sencilla. No hay una edad “correcta” para comprar el primer móvil, dependerá de cada menor, de su madurez, su grado de autonomía y responsabilidad y la necesidad real de utilizarlo. «Toda la clase lo tiene» no es argumento suficiente, aunque la repercusión social de ser la única persona que no tiene móvil en un contexto concreto (el aula, por ejemplo) sí debe tenerse en cuenta a la hora de tomar la decisión.
La decisión sobre el dispositivo y la tarifa dependerá, entre otros aspectos, de las necesidades reales (no las que dice que tiene), del coste del teléfono y la tarifa, de si en casa se tiene o no conexión a Internet y de su corresponsabilidad en asumir los gastos (no solo los de tarifa, sino los de mantenimiento o reparación). Se trata de recurrir a la educación: de la misma manera que educamos en un gasto responsable en cuanto a ropa, calzado o material escolar, lo deberemos hacer en relación con el móvil y los gastos relacionados con su utilización.
Los riesgos asociados al uso del smartphones son, en general, los relacionados con la conexión a Internet. Es decir, aquellos que tienen que ver con:
Sí, sin ninguna duda. Además, la primera debe ser para la familia: es necesario que la totalidad de sus miembros mantengan, ante cada menor, una postura coherente. Las decisiones sobre tener un móvil, el tiempo de utilización, los usos permitidos, las app instaladas, las cuentas incorporadas (correo, Facebook, Instagram, Twitter…), etc. deberían ser consensuadas en el ámbito más cercano y solicitar a la familia extensa y a las amistades que las respeten.
En segundo lugar, deberemos fijar, o negociar con cada menor, normas o condiciones de uso relacionadas con los riesgos expuestos anteriormente:
En el caso de adolescentes, el asunto cambia un poco ¿verdad? Recordando los consejos sobre Cómo comunicarse con un hijo adolescente será necesario negociar las normas y exigir responsabilidades. Tal vez resulte interesante el Contrato Familiar que nos proponen desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España en su Centro de Seguridad en Internet para Menores en España (is4k).
En definitiva, la educación, el asesoramiento, el respeto a su privacidad, la seguridad e incluso la negociación, son las claves principales para que menores y adolescentes hagan un uso responsable, seguro y crítico de esta tecnología que va mucho más allá de un simple teléfono: el teléfono móvil es una ventana a Internet, al mundo, una herramienta con muchas oportunidades y algunos riesgos que debemos gestionar adecuadamente.
Yolanda Lorenzo @Yoloren
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