¿Quién no ha oído alguna vez hablar de los ‘padres helicóptero’? ¿y de los ‘niños burbuja’? La 'crianza helicóptero' describe un estilo de educar a los hijos en el que los padres tienen un comportamiento demasiado protector y controlador. En este caso, el helicóptero sería el padre o la madre que sobrevuela todo el tiempo por encima de su hijo, pendiente, en cada momento, de sus necesidades y buscando siempre la perfección.
Generalmente, como padres, queremos lo mejor para nuestros hijos y haríamos cualquier cosa por verles crecer felices. La necesidad de cuidar de ellos es algo innato desde el primer minuto de vida de nuestro hijo, pero hay que saber diferenciar entre la protección y la sobreprotección.
La sobreprotección es uno de los errores más frecuentes a la hora de educar a los niños y va más allá de cuidarles, enseñarles o satisfacer sus necesidades básicas.
Cuando son bebés, son seres dependientes que nos necesitan para poder sobrevivir. A medida que van creciendo, muchos padres siguen viendo a sus hijos con los mismos ojos que cuando tenían dos años; pero sus necesidades van cambiando y van apareciendo nuevos retos, en los que, como padres, debemos darles la autonomía necesaria para que puedan superarlos solos, aunque siempre estemos, eso sí, a su lado.
Muchas veces tendemos a sobreproteger a nuestros hijos porque pensamos que así les ayudamos más o les hacemos más felices. Sin embargo, la realidad es muy distinta; con la sobreprotección conseguimos el efecto contrario, un efecto limitante.
1. Impedimos que el niño aprenda a desenvolverse con naturalidad en las acciones cotidianas de la vida y a las cuáles tendrá que hacer frente el día de mañana.
2. Inseguridad y poca confianza en sí mismos.
3. Baja tolerancia a la frustración, al no tener que haber hecho nunca frente a este sentimiento.
4. Evitan los problemas en lugar de hacer frente a ellos y se muestran incapaces de asumir las consecuencias de sus propios actos.
5. Los niños sobreprotegidos por sus padres se vuelven más tímidos e introvertidos y presentan dificultades para relacionarse con otros niños.
6. Carecen de iniciativa propia, de creatividad y les cuesta hacer cosas por ellos mismos por miedo a lo desconocido.
Si en lugar de apoyar a nuestros hijos y ayudarles para que hagan las cosas por ellos mismos les damos todo hecho, les vigilamos y les imponemos lo que deben hacer, estaremos potenciando que adopten una postura de comodidad y pasividad en la vida al dar por hecho que ya están ahí papá y mamá para hacerlo por ellos.
Por ello, ¿qué podemos hacer para evitar esta sobreprotección?
Para hacerle feliz no hace falta darle todo en la vida. Apoyo y amor incondicional es la mejor fórmula para conseguirlo.
Joana Casas
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